JUAN DIEGO ALVIRA, CITY TV, EL TIEMPO Y EL PAPEL COMESTIBLE: LA JUSTICIA AL FIN LLEGÓ

Después de casi tres años, la Comisión Nacional de Televisión castigó a City TV por la emisión de la noticia de los niños que debían comer papel para alimentarse. 303 millones de pesos debe pagar el canal bogotano, miembro de la Casa Editorial El Tiempo, gracias al reportaje publicado, tanto por televisión como por medios escritos, por Juan Diego Alvira. La justicia cojea (y en Colombia mucho) pero llega.

En Agosto de 2004, el país se conmovía por la historia de la familia Londoño Suárez, habitante del humilde barrio Los Puentes de la capital colombiana. Myriam, la madre de dos niños debía alimentarlos con papel y agua de panela. Fue una de los primeros golpes de la opinión pública dados por City Tv, de la mano del reportero Juan Diego Alvira, que trepó las escarpadas montañas capitalinas y filmó a los infantes en su rutina alimenticia

La noticia no solamente condolió a la ciudadanía, quien realizó numerosas donaciones, y que inclusive ameritó una reseña y un editorial en el diario El Tiempo, sino que permitió que el propio alcalde de la ciudad Luis Eduardo Garzón visitara la casa de la familia que se alimentaba con papel.

Pero la información pronto cayó por su propio peso. La supuesta mamá resultó no siendo tal, ya que los niños Londoño Suárez eran hijos de los vecinos y nunca habían comido papel. Además, en la zona existían dos comedores comunitarios que de forma gratuita proveen de comida a la población.

Los medios se silenciaron, y solamente el diario de los Santos, con una timida columna en el Defensor del Lector, intentó subsanar el daño. Alvira, durante los tres años, logró ascender posiciones dentro del canal, llegando a ser director de emisión de uno de los informativos.

Pero el protagonismo, tanto del periodista como del canal, tuvieron un precio que pagar. 303 millones de pesos, (que para un canal de televisión es poco) y un escándalo fruto del desconocimiento de las leyes y de un afán de audiencia, que logró llegar al amarillismo, el mismo al que muchos medios nos tienen acostumbrados.