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jueves, octubre 19, 2006

LLEGARON LOS COMANDOS....

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En la pasada fecha del rentado nacional, Millonarios visitaba al Deportes Tolima en Ibagué, y como se ha vuelto costumbre en muchas ciudades de nuestro país, las tristemente recordadas barras bravas hicieron su agosto en la capital musical del Colombia.

Los retenes de los prevenidos policías no se hicieron esperar e iniciaron a la altura del Boquerón, en las cercanías de Melgar, y mientras hacían las requisas de rigor, en la vecina y derruida estación policial se observaban no menos de diez “comandos” en una de las pequeñas celdas, y hasta ahora eran las 9 de la mañana. Horas más tarde la Policía del Tolima anunció el decomiso de más de una docena de moños de marihuana y una cantidad sorprendente de armas blancas, inclusive un machete (que sofisticados somos)

Kilómetros más adelante, en el famoso y cálido balneario de Gualanday (locación de varios videos vallenatos), en un segundo retén de la fuerza pública, los temerosos agentes tolimenses comentaron que la entrada para los hinchas de camiseta azul a Ibagué sería desde las 3 de la tarde (eran las 12 del día bajo un sol sahariano).

Luego de intensas charlas el agente no cedió, pero al asomarse un papelito con una Policarpa Salavarrieta dibujada teníamos vía libre hasta Ibagué, pero solamente 10 minutos de camino después, a escasos 45 minutos del Murillo Toro, la policía nos retuvo (no detuvo) y nos dio la orden de no movernos de allí hasta las 3 de la tarde.

Pero antes de nosotros habían llegado los tradicionales habitantes de lateral norte del Campín. Estábamos estacionados frente a una estación de gasolina,al lado queda un restaurante y un sitio con el sugerente nombre de “Quita Penas”...., los jóvenes “comandos”, que aproximadamente sumaban 150, se ubicaron en el restaurante, donde minutos después según su propietaria, se habían ¿extraviado? tres celulares, $100.000 en efectivo y algunas cosas más.....

Las primeras riñas entre los mismos “comandos” comenzaron a presentarse hacía la 1 de la tarde, y fue necesario que llegara el escuadrón del Esmad (robocops, tortugas ninjas, etc.) a controlar la situación..Ya en Ibagué, en la tarde, en una de sus calles empinadas un hincha de Millonarios corría con desesperación. Lo seguían una docena de sus compañeros. La razón de su carrera: una veintena de ¿hinchas? de la Revolución Vinotinto Sur (los vándalos locales), los perseguían con sendas y populares “papas bomba” que no dudaron en hacer explotar. La escena se repitió en varias calles con resultados desastrosos para fachadas y andenes.

Y no valió que el bus donde viajaba la plantilla de Millonarios fuera escoltado por agentes de la Policía, ya que algunos miembros de la barra brava tolimense cogieron lo primero que tuvieran a la mano (piedras, ladrillos) y lo lanzaron sobre los ventanales.....Como represalia, varios hinchas capitalinos literalmente arrasaron con un local en cercanías al Murillo Toro, además de rayar paredes, y de mostrar una de las escenas más vergonzosas: muchachos, con su tradicional forma de vestir y de hablar, pidiendo plata en los semáforos para la boleta; transeúntes, conductores y demás fueron víctimas de este “atropello” tan común en la capital del país.

Al terminar el partido, luego de escuchar en repetidas ocasiones el coro: “Porque el rolo soy yo.....” (y mínimo el papá es costeño y la mamá es caleña, por ejemplo), varios de los hinchas azules salieron a esperar a los hinchas pijaos, pero la oportuna acción de la Policía evitó, en un primer momento, un enfrentamiento, que se produciría varias cuadras después, dejando un saldo de 3 “comandos” heridos.

Esto ya no es un problema de los estadios, sino un problema social a gran escala, y no ocurre solo en Bogotá ni solamente con los hinchas de Millonarios, sino que en gran parte de las ciudades este fenómeno ya se vive. Nos estamos acostumbrando a ver hinchas heridos, disturbios en las afueras de los estadios, y un creciente temor de la gente del común al momento de ir al estadio.

Se sabe de antemano que no se debe generalizar, y que no todos los “Comandos Azules” imitan o apoyan este tipo de comportamientos, pero la mayoría de los que fueron a Ibagué, mostraron la cara oscura de las hinchadas en Colombia, hinchadas argentinizadas, sin identidad propia, que van a todo menos a ver fútbol (a un estadio no se lleva droga, ni machetes), y que se escudan en la camiseta de un equipo de fútbol para hacer sus fechorías. Nosotros, los verdaderos hinchas del “deporte rey”, debemos luchar por acabar con este verdadero y real flagelo.

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